jueves, 28 de junio de 2012

Sin explicaciones


Quiubo, pendejos. ¿Qué más pues? ¿Yo? Pues ahí, colgando jeta como siempre, ustedes saben cómo es esto de vivir con lo del diario y no sentirse presionarse por llevar comiendo huevo con arroz los últimos 15 días. ¿Qué si ando emo? Bah, qué va… Si a uno lo que le sobran son penas para andar de mechiliso. Ni que mi papá no me hubiera dado juete (Ay jueputa, y si comí juete, ¡oíga!). Bueno, pues que les cuento; vea que el palitraquero de Cecilio (@cescilio, para quienes no son lectores asiduos, un ex ayudante del blog) abandonó el bote. Eso, y que ya me está pareciendo sospechoso el mal olor que emanan mis grasosas hüevas.

Por eso regreso, —y sí, lo digo en singular— después de una larga y necesaria ausencia a la epistolar cita con esta detestable realidad escrita. Una vez más, cacheteado por la arrevesada fuerza del destino. ¿Eh? Hasta pareciera que quiero escribir como todos los de este platanal.

Hoy solo vengo a dejar evidencia de que no estoy indignado por nada. No sé si últimamente han vuelto a empalar a alguien, o si han encontrado más ollas podridas en el gobierno, o si ya se está dando cuenta el mundo de que el sistema económico no sirve para un carajo, o sí algún taxista se encontró botado un fajo de dólares y los devolvió, ó en fin; etcétera.

Solo sé que a partir de ahora, procuraré hacer de cada día una razón menos para andarnos lamentando, sabiendo que se disfruta más maldiciendo y hablando de huevonadas no tan trascendentales.
Saludes de todo el equipo. ( O sea, yo).