martes, 7 de junio de 2011

Las terapias

Hay una gran lista de defectos que aderezan la sabrosura de mi ser: la grosería, la dependencia, la desconfianza, la desazón, el inconformismo, en fin; una lista de nunca acabar. Hoy, sin motivo aparente, quiero hacer un movimiento que me exima de tan repetitiva perspectiva.

Como difícilmente puedo soportar las voces de mi cabeza, voy a dejar que se enciendan a patadas, mientras observo en tercera persona como se esparcen mis miserias en un ring improvisado. La escena habrá de ser algo similar a esto:

— [Sic 1] Oye imbécil, ¿de qué te ufanas?
— [Sic 2] ¿Con quién putas cree que está hablando? A mí no me tutee, ¡maricón!
— [Sic 3] Ustedes, par de maricas, ¿Por quién pelean? Yo estoy que me toteo con el primer marica que me diga bonito ó feo.
— [Sic 1] Pienso prenderle fuego a esta casa, así sea imaginaria.
— [Sic 2] Y (…) ¿acá que están vendiendo? ¿Dónde puedo comprar amor?
— [Sic 1]¿Por qué no se van? Déjenme solo. ¡Quiero estar solo!
— [Sic 3]¡Los voy a matar a todos!
— [Sic 3]¡He dicho que los voy a matar a todos! ¿por qué no me ponen atención?
— [Sic 45]¡Voy a mandar todo a la mierda, me largo!
— [Sic 3] [Sic 1] [Sic 2] [Sic 45] [Sic 8] [Sic 14] [Sic 25] [Sic 523] ¡tu puta madre!¡la misma suya! ¡Bahg! ¡Pum! ¡Agggrrhhh! ¡Crash! ¡pum!

A partir de este punto, la discusión se puso muy aburrida; madrazos y golpes por doquier, que evitaron que cualquier discusión racional pudiese tener lugar. En resumen, sí estas voces son lo que yo soy, siento suerte de ser una persona medianamente cuerda.

Gracias por perder su ya devaluado y miserable tiempo leyendo ésta entrada que no decía nada distinto a aclarar que soy un perfecto idiota.

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