jueves, 18 de noviembre de 2010

De personajes que marcaron historia.

Personajes nefastos, desastrosos e inverosímiles se han presentado con una mayor frecuencia en los últimos años. Esta generación, mi generación, tan acostumbrada ver como se transforma y degenera el mundo ante sus ojos —y que tantas veces ha escuchado la frase "perdimos la capacidad de asombro"—; le resulta bastante indiferente el asunto. ¿Y qué me parece raro de todo esto? Nada.

¿Quién podría entonces calificarse como un personaje catastrófico para nuestra historia? En mi caso particular, puedo nombrar varios que, tras sus abominables acciones, determinaron despreciables actitudes en mí. Tomillo: ¿Tomillo? ¿En qué maldita cabeza hueca cabe la idea de un personaje llamado Tomillo? Él, uno de los principales causantes de mi odio a la creativa propuesta musical colombiana, al Jet Set y a la etnia chibcha; Su ridiculez, su particular y amanerado canto y baile, arraigaron en mí profundos deseos de vívida violencia. Por su parte, siguió su exitosa carrera de Chayanne de pueblo tras el desaparecido show de Oki doki, retratando amanerados en novelas de tercera y —como era de esperarse— ahogándose en el inefable olvido de las masas. Pero en mi caso no ocurrió así. Desgraciadamente, vive presente en mi mente el recuerdo de este mandril cantando y bailando sus amaneradas liricas, como el más infeliz (aun más que Coco y el Piojo, que ya es bastante decir) de toda la secuela de la serie.

Tras este perturbante trauma, años después, encontré un personaje de símiles características que me hizo revolcarme en mi propia cochambre. Este, aunque no fue actor —Supongo que no por falta de ganas, sino por la evidente ausencia de talento—, si fue bastante influyente en su momento. Aunque no puedo aseverar que en su pequeño cerebro pase lo contrario y siga sintiéndose influyente. Se trata de Charlie Zaa, el infame cabezón que reciclo muchos éxitos de antaño y sembró la semilla de los refritos de los que ahora todos somos víctimas. Este cabeza de ñame, tuvo la brillante idea en su internacional Girardot (tierra plagada del pensamiento Cosmopolita Cundinamarqués), de reencauchar las canciones más lastimeras, luego, armar un dossier causante de un sopor inaguantable e intentar, de paso, conquistar cuanta calentana le caminara al lado.

Bajo influencia de este animal musical, se marcaron las sendas de mi fracaso en las artes amatorias; dado que considere que: sí Charlie hace gala al lucir la camisa de seda desapuntada (con pecho lampiño), lamberse el cabello con la popular "rampla" de los años 90´s y sesear cada palabra que se le atravesase, pues yo también podría utilizarla como arma de seducción. Estos consejos implícitos, y el derrotero marcado por mi reticente repudio hacia tomillo, germinaron en mí con la violencia de quien no quiso pertenecer a esa época.

Espero, con el corazón en las manos, que los resultados de épocas más pletóricas de mi vida, subsanen con el tiempo todos estos karmas que me han perseguido y, de paso, consiga evitar que la prosopopeya de los Dummies no tengan culpa alguna en mi adultez.

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