Para muchos puede ser una nimiedad insignificante, pero no
para mí. La dieta del trabajador de cachucha y teni depende mucho de “viandas” como
la empanada de esquina, y somos muy sensibles a cualquier moda que se imponga
al respecto. Sí esta moda de la servilleta recortada a tijera se expande —como
creo que lo va a hacer—, no quiero saber hasta dónde llegará la indignación de
tanto tuitero que manchará su iphone (y de paso la carcasa de plástico que le
ponen de angry birds) con los restos de tan suculenta merienda.
Hago un llamado a la indignación. A que nuestras voces se
escuchen, a que, mediante efectivas campañas de redes sociales, llevemos
nuestro aforado resentimiento hacia esa conspiración de los poderosos tenderos;
quienes llevan años azotando con sus medidas arbitrarias y unilaterales al
patirrajao y arribista consumidor, ese mismo que anda en corbata pero que
compra huevo cocido en la calle.
Ya hemos hecho escuchar nuestra indignación antes
compañeros. Mediante nuestros HT, hemos hecho TT y movilizado a las masas (HT: Hash
Tags, TT: Trending Topics; para los neófitos de esta mierda de tuiter), hasta
una reforma a la justicia patrasiamos. Sigamos moviendo el mundo echados en la
cama, o desde el computador, mientras vemos protagonistas de novela o Escobar.
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