martes, 7 de septiembre de 2010

La tan anunciada hecatombe, ya no es solo un pronóstico.


Los integrantes de este blog estamos preocupados por los recientes acontecimientos cataclísmicos qué, sentimos, pronostican el fin de una era. Es por ello que consideremos apenas lógica la oprobiosa necesidad de expresar algunas cosas, antes de que seamos unos lindos morraquitos adornando esta apabullada tierra; mala y desértica.


Lo del meteorito de ayer en tierras Santandereanas —que debió caer sobre Bogotá—, los terremotos por doquier y otros eventos similares que anuncian la hecatombe, nos llevaron a abrir nuestros corazoncitos, (pequeños de por sí). De manera qué, a todos aquellos que han sido víctimas de nuestras infantiles pesquisas de burla, chacotas y bufonadas; un sentido pedido a la absolución.



Y es que es cierto, hemos hecho de nuestras vidas un altar para el disfrute del humor más descabellado e imbécil que puede haber: ese que solo se basa en el disfrute del mal ajeno. Reconocemos que no hay placer más grande en nuestras vidas que el ver un accidente estúpido, una caída graciosa o la dulce ironía de una pelea de mujeres. En gran parte, debido a que nuestra mayor influencia fueron: Sábados Felices, Ordoñese de la Risa, NN (Nerón Navarrete) y ya en ultimas, el Show de Benny Hill.


¿Que se espera entonces de una escuela humorística y de estilo como esta? Respuesta: Nada. No se les haga extraño que mi arrastrado y poco aseado coequipero se decida a dedicar su próxima entrada (qué por cierto, ya esta demorada) a los nuevos adalides y representantes de la socarronería televisiva. La marrulla, los cuentos chimbos de los embaretados cuentistas —valga la redundancia— y otras trilladas herramientas, me hacen pensar que tendré que rezar menos; dado que estos idiotas han sido mucho más pueriles a la hora de buscar entretener y habrán de ser juzgados con todo el rigor del caso.

Que venga pronto el acabose: qué los mayas, los chinos y todos los vergajos que pronosticaron el fin de este mundo tal y como lo conocemos hayan de tener la razón y, veamos desde la comodidad de nuestras casas, la agonía de los ramplones personajuchos de marras.

No hay comentarios:

Publicar un comentario