miércoles, 11 de enero de 2012

Carta abierta de regreso

Conocí twitter algún tiempo después de conocer blogger y de iniciar este proyecto de fama intermunicipal. Desde entonces, mi participación en el blog fue decayendo al no poder escribir una entrada sensata y decente, dado el hecho de que escribo para desahogar mi resentimiento y mi odio por esta realidad tan puerca que me tocó. Y no pretendo sonar emotivo, ni se les ocurra; sino que quiero explicar la razón por la cual no he tenido la misma dedicación que tenía antes (o sea, al principio del proyecto ¿A ver?).



Twitter es una herramienta, una que nos permite escupir microlingotes de odio, de estupidez y, a veces, hasta de emotividad. Lo malo es que ha sido ella misma la que me ha quitado mucho del tiempo que dedicaba a la estúpida labor de escribir acá junto al perro ese de Cecilio (@cescilio).



Sin embargo, con el paso del tiempo, he percibido qué: como todo el mundo tiene cuenta en twitter y como todos se creen chistosísimos; pues han empezado a forzar chistes baratos, repetir cadenas, ser repulsivamente monotemáticos, reciclar chascarrillos de sábados felices, etc. Todo esto, personalmente, me hace sentir que tengo sexo anal por los ojos.



Bueno, ya cambiando de tema y siguiendo con lo nuestro: tras varios traumáticos eventos que marcaron un catastrófico año 2.011, hemos decidido regresar. El culohumedo de Cecilio ha venido a bien con su entrada, una apología al clasismo —cosa que ustedes, infames lectores le han celebrado—, tendré de mi parte que aportar algo sobre el lado light de este blog.



Para empezar: el falso optimismo y engañoso deseo esperanzador.



No pretendo ofuscar ni denigrar con clasificaciones baratas, facilistas o populistas (es más, las aborrezco), pero es que esta parte del año me parece especialmente desagradable. De hecho, soy un potencial cumulo de veneno diarreico en la totalidad del año, pero repito: esta época es en la que más pútrido me encuentro. Ese abrazo falso, esa palmada en la espalda, traicionera e hipócrita, me rompe muy bien las bolas.



Ya no está esa abundancia de trago decembrino, ya no está ese sentimiento importaculista y procrastinador, ni esa sensación de compartir con los más cercanos a nosotros, no señor; ahora es cuando se debe PAGAR. Sufrir por lo que hizo es la proclama de ésta época. Sufrir y ser hipócrita repartiendo las esperanzas que para nosotros yacen muertas.



Felices pascuas, gonorreas.

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